Por Amitai Etzioni
Martes, 10 de abril de 2012 a las 16:57
Martes, 10 de abril de 2012 a las 16:57
El cineasta James Cameron bajó recientemente a la parte más profunda del océano, el Abismo Challenger (Reuters).
Lo más importante
- Sería mejor invertir en la investigación de los océanos, en nuestro propio planeta, que en el espacio
- Los resultados de la exploración de los mares servirían para obtener información con la que se puedan curar enfermedades
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Dada la inminente crisis de escasez de agua, necesitamos desesperadamente métodos más eficientes y más baratos para desalinizar el agua de los océanos | ||
Amitai Etzioni |
Nota del Editor: Amitai Etizoni es profesor de relaciones internacionales y director del Instituto de los Estudios de Política Comunitaria en la Universidad George Washington.
Washington (CNN) — Mientras los viajes espaciales siguen llamando mucho la atención, el viaje más reciente de James Cameron en mancuerca con la National Geographic al punto más profundo del océano, de unas 7 millas de profundidad, no resultó tan atractivo.
La nota de portada del prestigiado Foreign Affairs exponía el “Caso Espacial”. Recientemente, el programa “60 Minutos” publicó una historia acerca de los terribles efectos que causa en Florida minimizar los esfuerzos extraterrestres en la industria del espacio. Newt Gingrich llamó la atención a principios de este año al hacer un llamado para construir una base permanente en la luna. Y el presidente Obama ha hablado sobre la posibilidad de preparar soldados para que algún día se pueda enviar una misión para orbitar Marte.
De hecho, hay buenas razones para dejar de gastar billones de dólares en misiones espaciales con tripulación humana, para explorar el espacio de una manera más segura y mucho menos costosa, y darle mayor prioridad a otros megaproyectos científicos y de ingeniería, en los océanos en particular.
La razón principal por la que se disparan los costos de la exploración espacial se debe al hecho de que estamos decididos a mandar humanos en lugar de robots. Las razones por las que esos esfuerzos suben el costo incluyen: un humano necesita un pase de regreso, mientras que un robot puede viajar solo de ida. Los vehículos espaciales para humanos deben de ser seguros, mientras que podemos arriesgar un montón de robots sin perder el sueño. Es mucho más fácil alimentar a un robot, no experimentan mucho problema cuando se la pasan mucho tiempo sin gravedad, y son mucho más fáciles de proteger contra la radiación. Y pueden hacer muchas de las tareas que pueden hacer los humanos.
El astrónomo Martin Rees escribió: “Creo que el caso práctico (para los vuelos con tripulación humana) se hace cada vez más débil con cada avance en robótica y miniaturización. Es difícil ver una razón o propósito para regresar a la luna, ni siquiera para mandar a nadie al espacio”. El ganador del Nobel Steven Weinberg considera que las misiones con humanos son “un increíble desperdicio de dinero” y argumenta que “para lo que cuesta poner unas cuantas personas en sitios muy limitados en Marte, podríamos mejor tener decenas de misiones robóticas vagando por Marte”.
El argumento principal para usar humanos es de relaciones públicas, tal y como lo explicó Neil de Grasse Tyson en la revista Foreign Affairs: “Las últimas proclamaciones de China sobre el espacio podrían producir otro caso Sputnika los Estados Unidos, estimulando al país a hacer algo después de un período de actividad casi nula en los esfuerzos espaciales”. También se dice que los astronautas inspiran a que los jóvenes quieran ser científicos y exploradores. Sin embargo, estamos lejos de poder establecer los mismos efectos al hacer que nuestra prioridad sean otros proyectos de investigación y desarrollo.
Tomemos a los océanos, de los que sabemos mucho menos de lo que sabemos del lado obscuro de la luna. El 90% del suelo del océano ni siquiera ha sido mapeado, y mientras ya hemos ido a la luna, aún está en desarrollo la tecnología para explorar el suelo del océano. Por ejemplo, ahora se encuentra en desarrollo el Sea Orbiter, una estación permanente de exploración parcialmente sumergida.
Los océanos juegan un papel muy importante en el control de nuestro clima. Pero todavía no hemos aprendido a usarlo para enfriarnos, en lugar de que contribuyan al sobrecalentamiento. Se dice que los organismos oceánicos serían de gran utilidad para la cura de un gran número de enfermedades. Una inspección a los ojos de la mantarraya los llevó a avanzar en la lucha contra la ceguera, el cangrejo herradura fue crucial para el desarrollo de una prueba para la contaminación bacterial, y el erizo de mar ayudó para el desarrollo de la fertilización en tubos de ensayo.
La habilidad que tiene el pez sapo para regenerar su sistema nervioso central es de mucho interés para los neurocientíficos. Un reciente estudio japonés concluyó que el eribulin, medicina derivada de la esponja de mar, es efectiva para combatir el cáncer de mama, colon y de vías urinarias.
Dada la inminente crisis de escasez de agua, necesitamos desesperadamente métodos más eficientes y más baratos para desalinizar el agua de los océanos. Para el 2025, se espera que 1.8 billones de personas sufran de una severa escasez de agua, y ese número brincará a 3.9 billones para el 2050, más de la tercera parte de toda la población global.
Si los océanos no hacen latir tu corazón, ¿Qué te parecería producir una bacteria que se coma el dióxido de carbono —y que por ende ayude a proteger el mundo del sobrecalentamiento—, y que además excrete combustible que nos permita manejar nuestros carros y maquinarias sin petróleo? No puedo encontrar evidencia alguna que muestre que la gente joven o mayor, estadounidenses o ciudadanos de otras naciones, dejen de impresionarse o inspirarse con un logro de este tamaño, al igual que lo harían con una colección de fotos de una galaxia muy lejana o de la Vía Láctea llena de estrellas.
Los entusiastas del espacio dicen que la exploración del espacio ha generado una mayor cantidad de mejoras para nuestra vida aquí en la Tierra. Tyson cita al presidente Obama cuando sugiere que la misión del Apolo “produjo tecnologías que han mejorado la diálisis de riñón, y sistemas de purificación de agua, materiales para construcción de ahorro de energía y telas resistentes al fuego utilizadas por bomberos y soldados”, y añade otras cuantas innovaciones a la lista: “digitalización de imágenes, implantación de marcapasos, sistemas de prevención de impactos en aeronaves, cirugía de ojos de precisión LASIK, y el posicionamiento global de satélites”.
Claro que el ambiente espacial es radicalmente diferente al de la Tierra. Los materiales y la tecnología que es apropiada para cuando no hay gravedad y hay frío y calor extremo, no son los mismos que podríamos usar en la Tierra.
Elias Carayannis, profesor de Ciencia, Tecnología, Innovación e Iniciativa Empresarial en la Universidad George Washington, dice que “las agencias gubernamentales, especialmente la NASA continuamente son presionadas para rendir cuentas de sus actividades, y justifican el valor secundario de sus inversiones adjudicándose productos muchas veces extravagantes”. Productos como el Velcro, el Tang, y el Teflón que se le atribuyen comúnmente a la tecnología espacial, no son de hecho el resultado del programa espacial.
Los promotores de la carrera espacial nos dicen algunas veces que hay señales de que hubo o hay agua en alguno de los planetas, lo que podría hacer posible la vida. Me pregunto si hay gente que al escuchar este reporte lo interpreta como si quisiéramos decir ue esperamos encontrar una civilización ahí afuera, una con la que nos podamos aliar, a lo mejor, en contra de los chinos. De lo que realmente hablan los científicos es de material orgánico, del tipo que encontramos en cualquier composta, y que no es razón suficiente para gastar billones de dólares de recursos públicos.
En resumen, no lloren por Marte. No se va a ningún lugar. Podemos mandar a R2D2 para explorarlo, y de esa manera disponer de un montón de dinero para realizar importantes misiones de exploración aquí en la Tierra, empezando por tu playa más cercana.
Las opiniones recogidas en este texto corresponden exclusivamente a Amitai Etzioni.
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