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Son tiempos difíciles para nuestros mares y océanos. El derrame petrolero del Golfo de México y la fuga radioactiva de la central nuclear de Fukushima son un duro recordatorio de las graves amenazas a que está sometido el mundo marino, las cuales se han agudizado considerablemente en los últimos decenios.
Son tiempos difíciles para nuestros mares y océanos. El derrame petrolero del Golfo de México y la fuga radioactiva de la central nuclear de Fukushima son un duro recordatorio de las graves amenazas a que está sometido el mundo marino, las cuales se han agudizado considerablemente en los últimos decenios.
El cambio climático ocupa el primer lugar en la lista de amenazas. Como los océanos absorben dióxido de carbono atmosférico generado por las actividades humanas, se acidifican. Esta acidificación avanza a un ritmo alarmante, dañando las especies y los ecosistemas marinos. El blanqueo de los corales debido al aumento de las temperaturas afecta no sólo a los arrecifes coralinos, sino también al turismo, al sector pesquero y a las poblaciones costeras que dependen de la salud y del buen funcionamiento de los océanos.
Pero los océanos son también un arma eficaz contra el cambio climático. Los ecosistemas costeros, como los manglares, los humedales, las praderas marinas y las marismas salobres, captan y almacenan grandes cantidades de carbono. Y diversas energías renovables marinas, por ejemplo la energía eólica marina y la energía mareomotriz, tienen un promisorio potencial para contribuir a reducir las emisiones carbónicas.
¿Sabía que...?
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